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viernes, 19 de marzo de 2010

Lo que queremos contar

Después de leer lo que Guillem Lopez Arnal ha escrito en su blog sobre cuántas historias es posible contar, y si alguna vez se acabarán porque ya se habrán contado todas (un planteamiento que por cierto daría para escribir unas cuantas historias), he pensado que quizás, ese temor al fin de las narraciones podría devenir en pánico si digo que ya se acabaron hace mucho tiempo. Yo diría que hace más de mil años. Pero que nadie se eche las manos a la cabeza, ni me censure por esta opinión. Llevo dándole vueltas a este tema durante bastante tiempo, y a la hora de escribir “los tiempos del Oráculo”, lo tuve muy presente.
Si digo que soy “creyente” de la teorías de Jung sobre el inconsciente colectivo y los distintos arquetipos, quizás empecéis a ver por dónde voy. Según la wikipedia: “Jung establece que existe un lenguaje común a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psiquis que está más allá de la razón”. Pues bien, estos símbolos primitivos, también llamados arquetipos, son los que definen nuestra naturaleza, nuestro comportamiento como especie. Es decir, que como humanos, a todos nos llaman la atención las mismas cosas, nos interesan las mismas historias, definidas en arquetipos que más o menos todos conocemos: la muerte, el nacimiento, el viejo sabio, la eterna juventud, el héroe (o el viaje del héroe que tan a la perfección representa “la odisea”), la madre, el padre, el diablo (o trickster), dios,... En fin, es evidente que TODAS las grandes historias que se han escrito y se escribirán, contienen al menos uno de estos elementos. Aunque en una historia interesante también hay otros ingredientes que hacen al lector identificarse con los personajes. La guerra, los ritos de paso, la transformación, la búsqueda, o la superación personal, son componentes que vuelven atractiva cualquier novela, aunque quizás todos ellos no son más que expresiones del “viaje del héroe”, el arquetipo más utilizado en la fantasía épica.
Pongamos que en “el señor de los anillos”, Frodo no luchase por destruir el anillo y se rindiese o acabara muerto sin cumplir su misión. Eso sin duda sería otra historia, otra posibilidad, pero no tendría interés porque no refleja ningún arquetipo. El escritor sabe esto (si no concientemente, sí inconscientemente) y por eso debe de tener olfato para llevar a sus personajes, a su trama, por un camino que toque alguno de estos temas fundamentales. Al fin y al cabo el escritor quiere escribir algo interesante también para él, y la escritura, como catarsis, también le obliga a llevar la trama por esos derroteros.
Llevo ya unos cuantos años siendo alumno de los talleres de escritura, y uno de los errores que a menudo veo en los escritores que empiezan, es el de no hacer que sus personajes superen obstáculos, que evolucionen. Tal vez por pudor o miedo o bloqueo, los escritores primerizos son incapaces de hacer dar ese paso a su personaje, y entonces nos encontramos con un protagonista que simplemente es víctima de las circunstancias; vapuleado de un sitio a otro. Una víctima pasiva no interesa a nadie. En ella no hay nada que contar, nada que aprender. Una víctima que se revuelve y se defiende ya es otra historia. Y es quizás ahí en donde se produce la catarsis del escritor, que asume esa evolución del personaje casi como propia.
En “los tiempos del Oráculo” creo que la muerte, el viaje del héroe, la transformación, la guerra, la búsqueda de uno mismo y, quizás, la existencia de algo por encima que lo controla todo, reflejada en el Oráculo, han sido los elementos más o menos arquetípicos que he utilizado.
En fin, creo que me he enrollado mucho pero espero que haya quedado más o menos clara mi opinión sobre las historias que se pueden contar y las que nunca serán interesantes.

Os dejo además otra portada alternativa de la novela. Esta la puse en los manuscritos que fui enviando a distintas editoriales cuando buscaba que me la publicaran.


miércoles, 3 de marzo de 2010

Nueva reseña en el blog Asere Paria

Ha sido una sorpresa y una alegría encontrar esta crítica que agradezco muchísimo a Juan Carlos Socorro. Podéis leerla a continuación, o bien visitando su blog en http://asereparia.blogspot.com/2010/03/hay-muchas-puertas-para-ir-fantasia.html


"Por cierto, que acabo de leer la primera entrega de Los tiempos del Oráculo- La era del cometa de Ramón Ramos, quien en un discurso directo, fluido y técnicamente impecable nos entrega un mundo fantástico, en mi modesta opinión, más cercano a Ende que a Tolkien. La historia se desarrolla, en un país/territorio de geografía que se me antoja celtíbera o latinoamericana pero no germana, en el cual diferentes etnias/ciudades se relacionan entre sí y hablan diferentes lenguajes. Al igual que Ende y Tolkien con sus Pantano de la Tristeza y Ciénaga de los Muertos respectivamente, aquí también hay espíritus, pero no son malignos ni destructivos, pues se respira belleza y optimismo en la historia aun en los momentos más duros.
Llama poderosamente la atención que Ramón Ramos no se recree en lo mitológico y lo pasado, como los maestros del género fantástico que menciono, sino en los posibles futuros y el espacio-tiempo, en un movimiento que lo acerca más a la ciencia ficción que a lo puramente fantástico- sobrenatural.
Mediante sus dos héroes, Jaspe y Tilo, el autor nos narra magistral y casi cinematográficamente una historia donde el verdadero protagonista es el tiempo y una máquina/templo llamada El Oráculo que al igual que la Momo de Ende tiene la habilidad sibilina de dar respuesta a todos los problemas y como en el Templo de las Mil Puertas, la entrada no garantiza la vuelta atrás y permite moverse en el tiempo. En este libro, el autor nos garantiza la magia (afortunadamente para mi gusto) con universos alternativos y no con tortugas, enanos, trolls, elfos y arboles parlantes.
Yo sé que hay quien piense que las referencias y comparaciones con lo ya escrito restan originalidad. Nada más lejos para mí. Creo que después de todo lo que se ha escrito, el verdadero valor de una obra literaria no radica en falsamente pretender inventar algo absolutamente nuevo, sino en retomar las buenas formulas y plantearlo en un modo innovador y que en este libro, a mi entender de lector adicto, se da sin lugar a dudas.
Al decir de Ende “la realización fantástica es, sobre todo, la capacidad de pensar creativamente, de encontrar nuevos valores, de crear nuevas imágenes, de ver nuevas relaciones y, en este sentido, la fantasía es indispensable para acercarse a la realidad, ella no nos aleja de la realidad vital”.
En “Los tiempos del oráculo”, Ramón Ramos definitivamente logra su propuesta novedosa de hacernos viajar a la era del cometa y hacernos sentir cercanos a su realidad. Seguiré esperando la próxima entrega de Ramón y la Alicia de Burton. Estabas claro Michael, hay muchas puertas para ir a Fantasía."