Book trailer

viernes, 12 de octubre de 2012

Así ha ido la promoción:

Pues ha ido muy bien. Más de doscientas descargas gratuitas en amazon en los cinco días que ha durado. Gracias a todos aquellos que tenéis el e-book ahora en vuestro kindle, Ojalá que os entretenga su lectura.
Estad atentos porque muy pronto habrá un nuevo libro en promoción.

viernes, 5 de octubre de 2012

Libro gratis

He puesto en marcha una promoción durante los próximos cinco días en amazon. Mi libro de relatos "El Espejo Turbio" estará disponible de manera totalmente gratuita desde hoy hasta el próximo martes. Si no lo tenéis, aprovechad la ocasión para adquirirlo y recomendarlo.


jueves, 28 de junio de 2012

Llega "Los Crono-amos"

Han pasado más de dos años desde que se publicara "Los tiempos del Oráculo". Ahora está disponible el segundo libro de la saga de "la Era del Cometa", titulado "Los Crono-amos".


Tras valorar las opciones he decidido publicarlo en formato electrónico a través de amazon y sin DMR, apostando por  lo que considero que es ya, no el futuro, sino el presente. Quizás para ahondar también en las nuevas formas de promoción, he decidido volcar mis esfuerzos en un booktrailer de calidad, que espero consiga despertar el interés de quienes lo vean. Podéis verlo directamente en HD en este enlace http://youtu.be/qNE1MVJE7jE?hd=1




A todos los seguidores del blog os doy las gracias de antemano y espero que me ayudéis a difundir este lanzamiento. El tiempo dirá si ha sido un acierto.

domingo, 1 de abril de 2012

Creo que no creo

El presente no es un artículo de opinión sino un relato de ficción; los planteamientos, situaciones y personajes son ficticios, y las opiniones de estos últimos no han de coincidir necesariamente con las de su autor.

Había salido a pasear por el centro de Madrid cuando me topé con la procesión. Sabía que estábamos en la Semana Sagrada, pero no me había parado a pensar que se cortarían al tráfico y prácticamente al público algunas de las calles más bulliciosas. Me enfadé. No soy creyente de la religión monólica ni de ninguna otra, y no dejo de preguntarme por qué los ateos, que no vamos por ahí proclamando la inexistencia de las deidades, tenemos que aguantar en la vía pública estas manifestaciones, que además, aunque sólo sea por el dispositivo que requieren, ya implican un gasto que sale de nuestros impuestos. Viendo la procesión pensaba que, a efectos logísticos, en una ciudad quienes adoran a un dios son en muchos aspectos como quienes tienen perro. Yo, que no lo tengo, pago de mis tributos las papeleras con bolsas para recoger las cacas de perro, los servicios de limpieza que lavan el orín de las calles, las zonas habilitadas en los parques... Y a pesar de eso a menudo me tropiezo en la calle con un zurullo que, si me descuido, puedo acabar pisando. Que conste que me parece estupendo tener perro, pero que lo pague cada dueño con un impuesto especial. Pues con las religiones es lo mismo, aunque no profeses ninguna te las tienes que tragar. Ahí estaba yo, sin perro y sin fe, paseando tranquilamente, cuando tropecé con el enorme zurullo de la procesión. Nunca mejor dicho porque como todos sabemos la religión del dios-mono, que impera en occidente, está basada en las heces.

Al tener una infancia franquista estuve obligado a estudiar La Tirria, y con los demás niños de mi edad di las pertinentes clases de patetismo antes de recibir mi primera defecación a los diez años. Sí, yo que no entendía eso del dios-mono por más que me lo explicaban, ni me interesaba, tuve que pasar por el trance de recibir excrementos en mi cuerpo desnudo de cintura para arriba. Aquello era un acto de alegría, algo que me acercaba a lo divino, y así lo tomaban todos a mi alrededor, pero para mí fue una humillación de la que no pude escapar. A día de hoy me pregunto por qué se permite utilizar así a los niños y no se prohíben las ceremonias religiosas con menores. La libertad de culto, para ser un hecho, tiene que producirse en la edad adulta, todo lo demás es adoctrinamiento y manipulación de menores indefensos. Y sin embargo, hasta se sigue oficiando la Santa Meada en los bebés recién nacidos... Entiendo que en todo esto hay un arraigo, una tradición, pero como excusa no sirve; la pena de muerte también tuvo mucho arraigo durante siglos y siglos, ¡hasta se hacía un espectáculo de las ejecuciones!, y hoy nadie discute su bestialidad. En conclusión: libertad de credo, sí, toda y para todos, pero adulta y privada, no en los espacios públicos.

Antes de mi primera defecación, en las clases de patetismo tuve que aprender los fundamentos de la religión monólica. Ya sabemos que la base escatológica de la religión es muy profunda. Como bien define el diccionario, escatología es la parte de la teología que estudia las últimas cosas, es decir, el destino final del hombre y el universo. También aprendí lo de la virgen a la que el sagrado cuervo distrajo con un graznido y eso le hizo caer en un charco de mierda. La mierda del dios-mono que la dejó embarazada sin que hubiese fornicación de por medio. De ella nació el hombre-mono que hizo infinidad de milagros toda su vida, bla, bla, bla, y como ya sabemos murió por todos nosotros ahogado en sus propias heces.
Defecar es pues un acto santo que representa el resultado y la consecuencia final, y el símbolo receptor sagrado, el orinal, preside las salas de cada una de las instituciones religiosas, incluidos los colegios monólicos subvencionados por el estado, y ahí sigue esa polémica para retirar los orinales de las aulas.
Hay algo más que me parece interesante comentar: la historia de esta religión. A pesar de su rigidez y supuesta pureza, no es más que una secta surgida de una religión anterior y aún existente: la moniótica. Ésta profetizaba entre otras cosas la llegada del hombre-mono, pero cuando éste llegó no lo reconoció, por lo que hubo una escisión en dos religiones: la monólica que adora al hombre-mono y la moniótica que aún lo espera, pero hay una tercera religión que tampoco reconoce a este hombre-mono sino a otro posterior. Este lío sería hasta divertido si no fuera porque las tres religiones, a pesar de hablar de paz y amor, llevan muchos siglos perpetrando entre ellas las más cruentas guerras, y ocasionando muertes y dolor a lo largo y ancho del planeta aún hoy en día. A veces pienso que tanto las religiones como las guerras son restos prehistóricos del ser humano que siguen instaurados en nosotros, al igual que nuestro comportamiento tribal o la necesidad de seguir a líderes, aunque estos sean pésimos o dañinos. Por supuesto todos estos rasgos fueron muy útiles en su momento, allá cuando habitábamos las cavernas y el universo nos aterraba, pero ahora obstaculizan el progreso de la humanidad.

Como decía me tropecé con la mierda de la procesión. Sí, la mierda, la que quienes procesionan se untan por el cuerpo semidesnudo mientras pasean la enorme figura que representa al dios-mono en cuclillas defecando. Por si ese hedor no fuera suficiente, la comitiva orea a su paso una mezcla de hierbas y esencias quemadas cuyo humo imita con bastante fidelidad el olor del excremento.
Y sin embargo, cada vez que me cruzo con una procesión la observo fascinado como si fuese el desfile de un viejo circo, con sus antiguos andamiajes y contradicciones a cuestas, como por ejemplo el estandarte que cierra la marcha, con la imagen de San Darwin, ese científico que ni siquiera fue creyente, y al que los monólicos metieron en su saco y santificaron por “demostrar que el hombre procede del Dios Mono”. Y es entonces cuando miro al mono; en este caso una talla policromada del siglo XVII con incrustaciones y adornos en plata, y acuclillada sobre un orinal de oro macizo, el conjunto es, al parecer, una valiosa obra de arte. Hay tallas con el mono ya aliviado, pero esta capta el momento previo, aún no hay deposiciones en el orinal, y el dios aprieta con gesto estreñido. A menudo oigo esgrimir el argumento del valor del arte sacro, de lo que la religión ha hecho por la cultura, pero yo veo a monos con cara de apretar o a vírgenes extáticas chorreando caca, esculpidas o pintadas con un esmero ejemplar, y me pregunto cuáles habrían sido las auténticas maravillas que habrían creado esos artistas a lo largo de los siglos de no haber estado obligados a ceñirse a las mil versiones de monos, vírgenes, hombres-mono y demás. El poder de la religión monólica censuraba como sacrílega y castigaba cualquier otro tipo de manifestación artística, con la muerte si era necesario.

El dios-mono de niño ya me parecía muy marciano y nunca me ha inspirado la menor fe. Ahora se nos dice que hay que aceptarlo porque vivimos en una sociedad libre y democrática en la que se respeta a todo individuo por igual, independientemente de su edad, sexo, creencias, etc. Pero claro, yo soy ateo y mi fe (en este caso ausencia de fe) no molesta a nadie, salvo a quienes quieren convertirme a la suya. Por lo tanto debería de ser lo justo que quienes tienen una fe no molesten a los que profesan otras o a los que carecemos de ella. Y sin embargo, ahí tenía en medio de la calle a la procesión de mierda, con el gran sacerdote en cabeza junto a su esposa y sus hijos, ejerciendo una rancia y obsoleta imposición instaurada en lejanos tiempos más oscuros, y perpetuada e impuesta gracias a un poder nada libre ni democrático. Observé sus caras de orgullo, su gesto de suficiencia, de superioridad moral, y yo no dejaba de repetirme ¡pero si van delante de un mono cagando! ¿cómo pueden pensar que su verdad es mejor que la mía o la de cualquier otro? Pero para gustos los colores... Y sin embargo no es así. Por ejemplo, en esta sociedad supuestamente libre y democrática ser homosexual no debería de significar nada particular, pero (mala suerte) resulta que la religión monólica rechaza la homosexualidad, en particular la sodomía, y es que el santo ano sólo debe de usarse para defecar y no para otros menesteres. Y como resulta que soy homosexual, los monólicos implícitamente me censuran, me critican, me acusan de enfermo y de pervertido, sí, esos que van delante del mono cagón. En ese punto ya me siento doblemente ofendido, y enfadado. No sólo me tengo que tragar la mierda de la procesión, sino que tengo que aguantar el desprecio de quienes profesan esa fe y bajo el amparo de la “libertad de culto” propagan injurias contra mí y contra millones de personas como yo.
Regresé a casa frustrado y ofendido, y me preguntaba si realmente soy tan raro, si lo irracional y agresivo de esa religión sólo lo veo yo y unos pocos más. De pronto tuve una idea que me pareció brillante. Pensé que era imposible hacer ver a nadie que la mierda es sólo mierda, porque todos hemos sido adoctrinados desde la infancia de lo contrario pero, ¿qué ocurriría si extrapolase los símbolos, las imágenes, lo absurdo de esa fe a una religión inventada? Así fue como decidí describir en un relato una ucronía religiosa, es decir, una realidad alternativa en la que todo fuera igual a como es ahora salvo por la religión, que sería algo completamente disparatado, tan exagerado que la gente tendría que abrir los ojos y darse cuenta del absurdo. Pensé que en vez de algo tan infantil e inofensivo como la caca, en ese relato la religión utópica girase alrededor de algo mucho más oscuro y retorcido, como el dolor y la privación. Sí, podría hacer que su dios en vez de haber muerto sumergido en su propia mierda hubiese sido asesinado tras una larga tortura, y que en vez del orinal, en los templos y en las aulas hubiese como símbolo el instrumento de esa tortura, ahí, delante de los niños. Me parece muy exagerado, pero creo que podría funcionar. También podría hacer que los de las procesiones, en vez de untarse excrementos se martirizasen a sí mismos hasta hacer correr la sangre, y que la imagen del dios, en vez de defecando, lo representaran chorreando sangre y lleno de heridas en medio de la agonía de la tortura. Sé que es totalmente descabellado y muy exagerado, pero esa es la idea para que la gente abra los ojos. Podría inventarme que su dios hubiese salido de la tumba después de muerto y echado a caminar, con sus heridas mortales abiertas, como un zombie de toda la vida. Y como remate añadiría que en esa religión inventada la privación de los sentidos fuese impuesta en todos los ámbitos, hasta el punto de que el sexo representara algo tan negativo, que hasta los propios sacerdotes tendrían prohibidas las relaciones, y por supuesto no se les permitiría casarse ni tener hijos. Pero bueno, eso es una fantasía, una religión así sería imposible, sin sexo los sacerdotes (como cualquier persona) se volverían enfermos mentales, no sé, se me ocurre que harían barbaridades como abusar de los niños a los que adoctrinan, y eso ninguna sociedad lo permitiría, ni siquiera la más fanática. Sería una ucronía disparatada, absurda, pero quizás así se podría entender mejor mi mensaje. Sí, creo que así se entendería.


martes, 20 de marzo de 2012

Gratis en amazon

Hace tiempo que no escribo una entrada, y esta es corta aunque jugosa. Con ella quiero anunciar que "Los Tiempos del Oráculo" en su formato kindle se podrá adquirir gratis en amazon desde mañana día 21 al domingo día 25. Aprovechad esta promoción de 5 días, y si ya tenéis la novela no perdáis la oportunidad de correr la voz para que más gente disfrute de una historia entretenida y muy original al mejor precio.
Os dejo el enlace de amazon España, pero si estáis en otro país no olvidéis que la promoción es a nivel mundial, y estará también en el resto de las tiendas amazon. http://www.amazon.es/gp/product/B00492CMM4/

domingo, 8 de enero de 2012

La falacia contra los escritores noveles

Aunque creo que el título más apropiado sería “la falacia contra los escritores que se auto-editan”.

La entrada anterior del blog ha provocado un aluvión de visitas y de comentarios a los que sólo puedo contestar en condiciones con otra entrada. Para empezar, el aparecer en la web de noticias “menéame” ha suscitado bastantes comentarios negativos en los que se me acusaba de ser spam. A causa de esos comentarios la noticia ha aparecido como posiblemente fraudulenta... No sé cómo contestar a eso. Si dar mi opinión y contar mi experiencia es spam, creo que esta gente se lo tiene que hacer mirar. Es posible que el título resultara rimbombante y algunos se hayan sentido decepcionados al no encontrar porcentajes, gráficos, estadísticas... Lo siento, los únicos datos que tengo son los míos. Si conseguir en España en sólo un mes un ritmo de ventas que en EE.UU. me ha costado más de un año no es un dato claro que pone en evidencia las acusaciones de que somos un país de piratas, realmente no sé qué otra cosa aportar. Bueno, sí, puedo añadir los datos de lo que llevamos de mes, y a día de hoy vendo más libros ya en España que en EE.UU. También quiero añadir estos dos interesantes artículos publicados hoy mismo en “el país”, que vienen a corroborar lo que ya apuntaba en mi entrada anterior. Que cada uno saque sus conclusiones.
Guerra abierta por el precio del libro
Con un e-book se lee el triple
      También espero que quienes decían que la entrada anterior era un spam se queden más tranquilos cuando les diga que mis ventas apenas han sufrido variación tras aparecer en “menéame”. Mi intención era decir algo que creo, necesitaba ser dicho, y no vender. Afortunadamente gracias a la difusión de “menéame”, lo he conseguido.

Los grandes editores ya no tienen legitimidad para decidir lo que es bueno y lo que no, sólo la tienen para opinar sobre lo que puede vender y lo que no, y a menudo se equivocan. Todo lo contrario ocurre con las editoriales pequeñas e independientes, que buscan verdaderamente la calidad e intentan mimar sus ediciones con mucho esfuerzo. De manera que la gente que apoya el supuesto buen hacer de las grandes editoriales y denigra a los autores que nos auto-publicamos tachándonos ya no sólo de intrusos sino de oportunistas, echando por tierra nuestro esfuerzo que, como bien ha dicho un comentarista, lleva años de dedicación y de robar tiempo al sueño y a nuestros más allegados, y sin tener apenas beneficio económico a cambio, como digo, esa gente no tiene mi respeto.
      No hay que confundir nunca la cultura con la industria. Este es ya un viejo discurso que sin embargo no se resuelve. La industria (en este caso las grandes editoriales) nunca puede decidir lo que es cultura y lo que no. Cultura no es siempre igual a negocio, de hecho no debería de serlo, pero los equívocos se acumulan, más cuando la industria del entretenimiento (música, cine, editoriales) se controla desde el mal llamado ministerio de cultura. ¿Por qué no lo llaman ministerio del entretenimiento? Seguro que eso cambiaba la visión de muchos. Hemos llegado a este desastre sin duda ayudados por los lobbies (grupos de presión, o como a mí me gusta llamarlos, mafias), que tienen asfixiada a la industria del entretenimiento. Lo que ocurre con el mundo de las subvenciones en el cine (que conozco bien), es casi peor que con el mundo editorial, hay películas que no se estrenan después de terminadas porque a los productores no les interesa; ya han sacado su tajada con la subvención y cualquier inversión en salas de cine y promoción les supone una pérdida de beneficios. Y luego llaman pirata al ciudadano de a pie...
      Es ridículo, si nos ha tocado vivir en una sociedad capitalista al menos que se deje ejercer su ley más básica, la de la oferta y la demanda, en vez de permitir que unos pocos controlen una industria que además se está desmoronando a ojos vista. Tal vez por lo que acabo de exponer y por muchas otras razones, estaba tan eufórico en mi entrada anterior. Para mí supone el hundimiento definitivo de los argumentos que muchas grandes editoriales han esgrimido en los últimos años.
     Para quienes querían más datos, que echen un ojo a los dos reportajes de “el país”, o que simplemente abran los ojos a lo que está ocurriendo.

miércoles, 4 de enero de 2012

La falacia sobre el libro electrónico y la piratería, al fin con datos reales.

Nunca me he creído las cifras aberrantes que asociaciones, gremios y federaciones de editores airean sobre el supuesto daño en millones de euros que la piratería ocasiona a la industria del libro. En cambio sí he creído que durante los últimos años no han sabido adaptarse a los tiempos, y que ahora lo están haciendo tarde y mal. Ya nadie duda del fiasco de Libranda, ni de los precios prohibitivos que siguen teniendo los libros en formato electrónico, por no hablar de su IVA desfasado. Es inexcusable que, por ejemplo, la última novela de Carlos Ruiz Zafón cueste 22,90 € en papel y que en e-book cueste... ¡un momento! ¡Por más que la busco no aparece a la venta en formato electrónico en ninguna tienda aún! ¿Es que se piensan que esto es como el cine, que la versión en e-book es como el DVD y tiene que salir meses después? Está claro que todavía no se enteran...
         Desde hace más de un año vendo mis novelas en EE.UU. a través de amazon.com en formato electrónico a un precio más que ajustado. Con ello no gano apenas dinero pero tengo la satisfacción de ver que los libros se compran y de que la gente los lee (teniendo en cuenta las críticas que luego vierten en la propia amazon). Desde hace un mes esta enorme tienda virtual ha comenzado a vender en España su lector de e-books kindle junto a su amplio catálogo, en el que se incluyen mis libros. Tengo que reconocer que toda esa mala fama de piratas que nos han adjudicado había terminado por calar en mí, y no tenía apenas expectativas de ventas en España a corto plazo. Sin embargo mi sorpresa no ha podido ser mayor al ver que en sólo un mes, ¡UN MES! he logrado aquí unas cifras similares a las de EE.UU. Para mí no hay prueba más palmaria de que ofreciendo un buen producto a un precio competitivo la gente compra en lugar de piratear, porque es más cómodo y rápido, y porque el lector distingue entre cuándo le están ofreciendo algo que es razonable y cuándo le están intentando robar, y ante esto último, lógicamente, piratea.
         Amazon está siendo un revulsivo para una industria editorial que aún no termina de adaptarse al nuevo modelo de negocio y de ser razonable. Sigue con la treta del pataleo mientras que los autores que nos auto-editamos y las pequeñas editoriales estamos aprovechando este momento para abrirnos mercado gracias a los precios, y es que ante la disyuntiva de unos libros a más de 15 € frente a otros a menos de 3 €, cada vez más lectores lo tienen claro.

Tengo que añadir que mi caso no es aislado, y que otros autores con quienes estoy en contacto me han confirmado unos incrementos en las ventas casi idénticos a los míos. Sé que habrá quien quiera cifras y estadísticas más concretas, pero por ahora esto es todo lo que tengo. Para mí es más que suficiente, y creo que para cualquiera con dos dedos de frente, también.