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sábado, 21 de mayo de 2011
El precario y mágico equilibrio
La concentración en la Puerta del Sol de Madrid, y en muchos otros lugares céntricos de varias ciudades emblemáticas españolas y europeas no ha dejado de tener diferentes lecturas y de provocar distintas reacciones. Pero lo que ha quedado claro es que de ser una anécdota de la que solo se comentaban los altercados, ha pasado a convertirse en la protagonista de la actualidad, engullendo nada menos que a la campaña electoral.
Cuando hace poco comenzaron las revueltas del mundo árabe, recuerdo que comentaba con conocidos y amigos, que de la misma forma en que allí parecían haber despertado de un letargo, me extrañaba que no existieran en occidente movimientos que hiciesen lo mismo, y es que, salvando las abismales distancias, las similitudes también son obvias. Para empezar, una juventud descontenta, un gobierno que no les representa porque está al servicio de otros intereses, y una maravillosa herramienta (internet), que se salta los canales tradicionales y es capaz de informar y movilizar a una velocidad de vértigo. Internet, aquello que decían que cambiaría el futuro, sigue cambiando el presente, pero de formas que nadie esperaba.
En los últimos 3 o 4 días se ha analizado este movimiento, que además, por desconocido e indefinido ha tenido varios nombres (democracia real ya, 15-M, spanish revolution...), pero a medida que leía algunas opiniones en los periódicos o escuchaba a periodistas en las tertulias televisivas, comprendía que ellos, al igual que los políticos, han permanecido aborregados, observando el discurso del bueno contra el malo (colóquese a PP o a PSOE en cualquiera de las dos opciones) que se lleva repitiendo desde hace 30 años, y que no han entendido en absoluto (hasta ahora) lo que de hecho significaban las concentraciones.
No olvidemos que entre los dos grandes partidos tienen montado el perfecto chiringuito; el de "un día ganas tú, otro yo, y mientras nos insultemos la gente no mirará a otro lado". El ser humano es tan estúpido que cuando le ponen delante la dualidad bien-mal y le dicen que él es el bueno y el otro es el malo, se lo cree sin más, porque no hay mayor satisfacción que formar parte de un grupo y tener una causa si hay un enemigo claro. A ello jugamos en todos los niveles; deportivo, religioso, político (conservadores - progresistas). Y es que esta democracia de franquicia que tenemos, además se nutre de un elemento autóctono: el de las dos españas. Tal vez por eso me gusta tanto el movimiento 15-M. Porque se salta todas esas normas y rompe la baraja. Y por más que políticos y periodistas intentan asociarlo (por mala sombra o por pura miopía) a estrategias secretas de algún partido (sobre todo del PSOE), o que IU, torpemente, les apoye con inusitada vehemencia, el movimiento 15-M está saliendo airoso de impregnarse del color de un partido. Tal vez sea porque a esa mayoría de juventud que lo forma le importe muy poco la derecha o la izquierda, o las dos españas y sus rencores enquistados. Lo que le importa es sentirse representada, y eso lleva a lo que, para mí, es la piedra angular de todo esto: la reforma de la ley electoral. Si la ley se cambia y por fin el voto de cada español vale lo mismo independientemente de dónde se encuentre y de a quien vote, el chiringuito PPSOE (que así lo llaman los del 15-M) se habrá desmontado y será posible ejercer una democracia con la que abordar el resto de las cuestiones que se piden.
Es cierto que la mayoría de las peticiones no son competencia de las autonomías y municipios, que mañana se votan, por lo que no se arreglará nada de facto, pero tampoco hay que olvidar que el año que viene son las elecciones generales, y en ellas nos jugamos mucho.
Otro tema prioritario en las peticiones del 15-M es el del sistema financiero. Al fin y al cabo, el descontento con los dos grandes partidos se debe a que, con la crisis, se ha demostrado que ambos se pliegan a los intereses del mercado antes que a los de los ciudadanos. La crisis ha demostrado que el sistema en el que vivimos es altamente inestable, y que está basado en el egoísmo y la codicia de los que más tienen. Pero es que además, esta crisis, creada por ellos, la tenemos que pagar los ciudadanos. Por eso el discurso vacío de la campaña electoral no ha hecho más que calentar los ánimos entre los que estamos aburridos de oír siempre el mismo cuento mientras en la calle vemos cosas totalmente distintas.
Hace solo 3 días, al hablar con amigos de este movimiento, oía respuestas del tipo: "ilusos", "si no se sabe ni lo que piden", "la democracia real es una utopía". Bien, esto último es cierto, como que no existe la paz, ni la libertad, ni la felicidad absolutas, pero eso no quiere decir que haya que dejar de perseguirlas. Sin embargo, como en una mini-ciudad utópica, los acampados de la Puerta del Sol se han organizado con asombrosa eficacia y con una actitud cívica ejemplar, creando comisiones para dividir las tareas, celebrando asambleas para tomar decisiones plenamente democráticas, manteniendo el lugar limpio, no aceptando dinero... Pienso que todo eso a gran escala no nos vendría mal.
La acampada de Sol capea el temporal con un precario y mágico equilibrio, y a medida que pasan los días, ni la lluvia, ni los pocos que no se enteran y hacen botellón, ni los grupos como los del partido "regeneración" que se intentan colar, han conseguido contaminar su esencia o su ánimo.
Mañana, día de las elecciones, no sé qué pasará, posiblemente nada imprevisto en los resultados finales debido a esta diabólica ley electoral, pero quizás en estos días la gente habrá aprendido a pensar un poco más antes de ejercer su derecho al voto.
Yo por mi parte, hoy continuaré yendo a la Puerta del Sol como todos los días, y mañana votaré a un partido minoritario que entre sus propuestas tenga el cambio de la ley electoral.
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Magnífica reflexión.
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